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viernes, 26 de agosto de 2011

Madres de Soacha, del duelo al coraje

No sé cómo serían antes de que el ejército de Colombia asesinase a sus hijos. Cuando yo las conocí, el pasado mes de noviembre, Luz Marina Bernal y María Ubilerma Sanabria eran mujeres valientes, fuertes, con un objetivo único: conseguir justicia para sus hijos.
Muy a su pesar, Luz Marina y María se han convertido en lideresas del grupo de las madres de Soacha, el término colectivo que se utiliza para referirse a las madres y otros familiares de los 17 jóvenes de Soacha, un municipio marginal cercano a Bogotá, que fueron ejecutados extrajudicialmente por las fuerzas de seguridad colombianas en 2008.

Luz Marina y María, en Madrid en noviembre de 2010, con una foto de sus hijos (c) AI

Todos estos chicos pertenecían a familias sin recursos, fueron atraidos hacia el norte del país con falsas promesas de trabajo y, una vez ejecutados, el ejército los presentó como guerrilleros muertos en combate. Después se les conocería como ‘falsos positivos’.
La mayoría de las veces, los soldados recibieron dinero, días de permiso y una carta de felicitación de sus superiores como recompensa por haber “matado a un miembro de la guerrilla”.
Sus familias tuvieron que recorrer durante días, semanas y meses hospitales, clínicas, comisarías… sin saber dónde estaban sus hijos, hasta que poco a poco les fueron llamando para que reconociesen las fotos de unos cadáveres hallados en fosas comunes en Ocaña, a 14 horas de Soacha.
El hijo de Luz Marina, Fair Leonardo Porras Bernal, tenía 26 años pero, a causa de una discapacidad, su edad mental era de 8 años. El hijo de María, Jaime Steven Valencia, tenía 16 años. Ambos eran guapos; lo vi en sus fotos. Sus madres las llevan siempre cerca, pegadas al cuerpo, enrolladas cuidadosamente para enseñárselas a todo aquel que se interesa por su historia.

Entrega de 5500 rosas en la embajada de Colombia en Madrid exigiendo justicia para las Madres de Soacha, el día de la madre de 2010. Las rosas se compraron con donativos recogidos por AI para tal fin. (c) AI
En un momento de espera antes de una reunión, María sacó la foto de su hijo y comenzó a hablarnos de él a una compañera y a mí. Cuando término y se fue, las dos nos quedamos impresionadas por su ternura pero sobre todo por su fortaleza. Mi compañera dijo, “yo me habría vuelto loca”. Yo también. Pero ellas no; ellas han sabido transformar su duelo en coraje.
En ocasiones les ha hecho falta mucho valor para seguir adelante porque en el mismo momento en que empezaron a lanzar preguntas, también comenzaron las amenazas y hostigamientos a ellas y a sus familiares. Luz Marina tiene a sus hijos dispersos por diferentes lugares de Colombia, para intentar mantenerles a salvo. A María la paró en plena calle un hombre subido en una moto, la cogió del pelo y la dijo que se callara si no quería acabar también con la “jeta llena de moscas”. Otro día le llegó un mensaje a su móvil diciendo: “Mamita, te quiero mucho. Atentamente, cadáver ya.” A otra compañera, Carmenza Gómez Romero, le mataron a un segundo hijo que investigaba la ejecución de su hermano.

María y Luz Marina tienen voces suaves pero cuando se trata de sus hijos sacan energías de algún lugar y se hacen escuchar. No se amilanan ante autoridades, periodistas o audiencias amplias. Les pregunto dónde encuentran las fuerzas para proseguir la lucha y Luz Marina responde lo evidente: “Es el amor que nosotras le teníamos a nuestros hijos. Yo creo que como madres vale la pena pelear y exigir sus derechos, que se sepa la verdad y que se haga justicia ya que nuestros hijos eran seres invaluables”.
El caso de Soacha es uno de los más emblemáticos de los llamados ‘falsos positivos’ pero en absoluto es una excepción. Las ejecuciones extrajudiciales perpetradas por las fuerzas de seguridad del Estado colombiano ascienden a más de 2.000 entre 2002 y 2009. Hasta ahora la impunidad es casi absoluta, si bien los procesos contra militares presuntamente implicados en estos casos siguen abiertos.
En noviembre de 2010 AI organizó una visita a España de Luz Marina y María, hablaron en Málaga y contaron la historia de los “falsos positivos”. Filmación y montaje: Rocío Sintas

La historia de los ‘falsos positivos’ contada en formato de cómic, con ilustraciones de Natalia Tamayo y guión de Concepción Catalán

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ES MUY TRISTE CONSTATAR QUE LAS AUTORIDADES EN QUIEN EL PUEBLO TIENE PUESTAS SUS ESPERANZAS DE JUSTICIA Y PROTECCIÓN SOCIAL REALICE ESTOS ACTOS DE BARBARIE Y ENGAÑE DE ESTA MANERA INICUA LA BUENA FE DE LA GENTE HACIÉNDOSE PASAR POR SERVIDORES DEL BIEN PUBLICO. ¿COMO QUIEREN GANAR CREDIBILIDAD Y CONFIANZA? ¿DE PARTE DE QUIEN ESTÁN?

Anónimo dijo...

Despertemos la sensibilidad social y apoyemos la reivindicación de todas las victimas de la violencia vengan de donde venga. eso es hacer patria´denunciemos los atropellos y las injusticias generadoras de violencia social.