En el belén que armamos cada año podría estar todo mal.
Empezando por su nombre: Mateo y Lucas, en sus evangelios, nos dicen
que Jesús nació en Belén, pero los otros dos evangelistas, Marcos y
Juan, aseguran que fue en Nazaret (de ahí que fuese conocido como Jesús
de Nazaret). Tampoco son muy realistas los caminos y montes nevados.
Todo apunta a que el alumbramiento no se produjo en invierno sino en
primavera, fecha más probable para que se realizara el censo por el que
María y José acudieron a la ciudad Palestina.
Estos
son sólo dos de los mitos 'presuntamente' falsos más conocidos sobre los
belenes. Pero hay más, y se cumplen todos los años en municipios como el de Madrid y, por supuesto, en cada casa.
Hace unos años, el anterior Papa Benedicto XVI ya movió los cimientos de los pesebres al sacar la mula y el buey. En su libro La infancia de Jesús, de hecho, afirmaba que los Tres Reyes Magos no venían de Oriente, sino de la mismísima Andalucía.
Tres Reyes Magos que quizá no eran tres, ni eran reyes, ni
probablemente magos, aunque se les vista con lujosos ropajes de monarca.
El término “reyes” se ha popularizado aunque en realidad ni aparece en
la Biblia. La palabra “magos” se usaba en Persia para referirse a
sacerdotes dedicados a la astrología (y por eso se dieron cuenta de la
anomalía galáctica que conocemos como Estrella de Belén). Que sean tres se ha deducido de que, según el Antiguo Testamento, trajeron claramente tres regalos: oro, incienso y mirra.
El color de Jesús
Quizá el detalle que más se ha empleado a nivel sociológico tiene más
que ver con las pinturas y figuras humanas. El Niño Jesús suele ser
representado, al igual que sus padres, rubio y blanco como un querubín
del norte europeo, pero ¿era realmente así? Lo
cierto es que en la Biblia no hay referencias acerca del color de piel
de Jesús. Algunos estudios plantean, incluso, que la ausencia de ese
detalle en el Antiguo Testamento ha sido decisiva para que el
cristianismo se haya extendido entre diversas etnias. Pero el grueso de
los expertos coinciden en que Jesús era probablemente de piel oscura,
como la mayoría de judíos del siglo I.
El icono de un Jesús blanco, rubio y de ojos azules tiene su origen en
la Edad Media y sobre todo en el Renacimiento. Quizá, como elabora The
Atlantic, alimentados por algunos versículos bíblicos que relacionaban
la blancura con la pureza, y la oscuridad con la maldad. Esta imagen,
perpetrada por el marco cultural, se extendió a lo largo de los siglos
por todo Occidente. Sin embargo, la teoría de que el Jesús histórico
podría haber pertenecido a otras etnias cada vez se extiende más. El
diario New Nation eligió en 2004 a
Jesucristo como el mayor icono negro de la Historia, argumentando que
los primeros cristianos lo representaban de esta manera. El año pasado,
la BBC estrenó la comedia Black Jesus, sobre un Jesucristo negro que bebe alcohol, fuma marihuana y dice palabrotas. Aunque provocó conflicto con algunos grupos cristianos conservadores, ya va por su segunda temporada.
Hay otros aspectos de los Nacimientos tradicionales que tampoco están
claros. Se suele decir que la Virgen María llegó subida en burro a pedir
alojamiento a la posada que, ya que estamos, tampoco está claro que
fuese una posada, sino la habitación de algún familiar. Pero la Biblia
tampoco hace mención a esto. La creencia habitual se debe a que era un
medio de transporte habitual de la época para una familia humilde, pero
también pudieron formar parte de una caravana. Así mismo, se suelen
incluir ovejas, pero, remitiéndonos de nuevo a La infancia de Jesús,
en los evangelios no se hace referencia a ningún animal. Simplemente,
no se sabe, pero el mito y la tradición han hecho el resto.
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