REFUGEES WELCOME TO CATALONIA: A PRACTICAL GUIDE

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viernes, 2 de marzo de 2012

Isis - Hatsheput - Eco - Rodin

Como Osiris, Isis aprendió en Egipto los misterios del nacimiento incesante.
Conocemos su imagen: esta diosa madre dando de mamar a su hijo Horus, como mucho después la Virgen María amamantó a Jesús. Pero Isis nunca fue muy virgen, que digamos. Hizo el amor con Osiris, desde que se estaban formando, juntos, en el vientre de la madre, y ya crecida ejerció durante diez años, en la ciudad de Tiro, el oficio más antiguo.
En los miles de años siguientes, Isis anduvo mucho mundo, dedicada a resucitar a las putas, a los esclavos y demás malditos.
En Roma fundó templos en medio del pobrerío, a la orilla de los burdeles. Los templos fueron arrasados por orden imperial, y  fueron crucificados sus sacerdotes; pero esas mulas tozudas volvieron a la vida una y otra vez.
Y cuando los soldados del emperador Justiniano trituraron el santuario de Isis en la isla Filae, en el Nilo, y sobre las ruinas alzaron la católica iglesia de san Esteban, los peregrinos de Isis siguieron acudiendo a rendir homenaje a su diosa pecadora, ante el altar cristiano.


Espejos, Eduardo Galeano

domingo, 25 de diciembre de 2011

Fundación de Santa Claus

En su primera imagen, publicada en 1863 en la revista Harper's de Nueva York, Santa Claus era un gnomo gordito entrando en una chimenea. Nació de la mano del dibujante Thomas Nast, vagamente inspirado en las leyendas de san Nicolás.
En la Navidad de 1930, Santa Claus fue contratado por la Coca Cola. Hasta entonces, no usaba uniforme, y por lo general prefería ropas azules o verdes. El dibujante Habdon Sundblom lo vistió con los colores de la empresa, rojo vivo con ribetes blancos, y le dio los rasgos que todos conocemos. El amigo de los niños lleva barba blanca, ríe sin parar, viaja en trineo y es tan rechoncho que no se sabe cómo se las arregla para entrar por las chimeneas del mundo, cargado de regalos y con una Coca Cola en cada mano.
Tampoco se sabe qué tiene que ver con Jesús.

Espejos, Eduardo Galeano