REFUGEES WELCOME TO CATALONIA: A PRACTICAL GUIDE

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jueves, 8 de marzo de 2012

Romanas - Griegas - Regalo especial

Cicerón había explicado que las mujeres debían estar sometidas a guardianes masculinos debido a la debilidad de su intelecto.
Las romanas pasaban de manos de varón a manos de varón. El padre que casaba a su hija podía cederla al marido en propiedad o entregársela en préstamo.De todos modos, lo que importaba era la dote, el patrimonio, la herencia: del placer se encargaban las esclavas.
Los médicos romanos creían, como Aristóteles, que las mujeres, todas, patricias, plebeyas o esclavas, tenían menos dientes y menos cerebro que los hombres y que en los días de menstruación empañaban los espejos con un velo rojizo.
Plinio el Viejo, la mayor autoridad científica del imperio, demostró que la mujer menstruada agriaba el vino nuevo, esterilizaba las cosechas, secaba las semillas y las frutas, mataba los injertos de plantas y los enjambres de abejas, herrumbraba el bronce y volvía locos a los perros.

martes, 6 de marzo de 2012

Hindúes - Chinas - Amazonas - Feminización de la pobreza

Mitra, madre del sol y del agua y de todas las fuentes de la vida, fue diosa desde que nació. Cuando llegó a la India, desde Babilonia o Persia, la diosa tuvo que hacerse dios.
Unos cuantos añitos han pasado desde la llegada de Mitra, y todavía las mujeres no son muy bienvenidas en la India. Hay menos mujeres que hombres. En algunas regiones, ocho por cada diez hombres. Son muchas las que no culminan el viaje, porque mueren en el vientre de la madre, y muchas más las que son asfixiadas al nacer.
Más vale prevenir que curar, y las hay muy peligrosas, según advierte uno de los libros sagrados de la tradición hindú:
-Una mujer lasciva es el veneno, es la serpiente y es la muerte, todo en una.
También hay virtuosas, aunque las buenas costumbres se están perdiendo. La tradición manda que las viudas se arrojen a la hoguera donde arde el marido muerto, pero ya quedan pocas dispuestas a cumplir esa orden, si es que alguna queda.
Durante siglos o milenios las hubo, y muchas. En camio, no se conoce, ni se conoció nunca, en toda la historia de la India, ningún caso de un marido que se haya zambullido en la pira de su difunta mujer.

domingo, 4 de marzo de 2012

Mexicanas - Egipcias - Hebreas - Nadine Gordimer

Tlazoltéotl, luna mexicana, diosa de la noche huasteca, pudo hacerse un lugarcito en el panteón macho de los aztecas.
Ella era la madre madrísima que protegía a las paridas y a las parteras y guiaba el viaje de las semillas hacia las plantas. Diosa del amor y también de la basura, condenada a comer mierda, encarnaba la fecundidad y la lujuria.
Como Eva, como Pandora, Tlazoltéotl tenía la culpa de la perdición de los hombres; y las mujeres que nacían en su día vivían condenadas al placer.
Y cuando la tierra temblaba, por vibración suave o terremoto devastador, nadie dudaba:
-Es ella.

viernes, 2 de marzo de 2012

Isis - Hatsheput - Eco - Rodin

Como Osiris, Isis aprendió en Egipto los misterios del nacimiento incesante.
Conocemos su imagen: esta diosa madre dando de mamar a su hijo Horus, como mucho después la Virgen María amamantó a Jesús. Pero Isis nunca fue muy virgen, que digamos. Hizo el amor con Osiris, desde que se estaban formando, juntos, en el vientre de la madre, y ya crecida ejerció durante diez años, en la ciudad de Tiro, el oficio más antiguo.
En los miles de años siguientes, Isis anduvo mucho mundo, dedicada a resucitar a las putas, a los esclavos y demás malditos.
En Roma fundó templos en medio del pobrerío, a la orilla de los burdeles. Los templos fueron arrasados por orden imperial, y  fueron crucificados sus sacerdotes; pero esas mulas tozudas volvieron a la vida una y otra vez.
Y cuando los soldados del emperador Justiniano trituraron el santuario de Isis en la isla Filae, en el Nilo, y sobre las ruinas alzaron la católica iglesia de san Esteban, los peregrinos de Isis siguieron acudiendo a rendir homenaje a su diosa pecadora, ante el altar cristiano.


Espejos, Eduardo Galeano

martes, 31 de enero de 2012

El emperador rojo - El emperador amarillo (17/17)

Tres años después del fracaso del Gran Salto Adelante, estuve en China. Nadie hablaba del asunto. Era secreto de estado.
Vi a Mao rindiendo homenaje a Mao. Parado en las alturas del pórtico de la Paz Celestial, Mao presidía el inmenso desfile que la inmensa estatua de Mao encabezaba. Mao, el de yeso, alzaba la mano, y Mao, el de carne y hueso, le respondía el saludo. La multitud ovacionaba a los dos, desde un océano de flores y globos de colores.
Mao era China, y China era su santuario. Mao exhortaba a seguir el ejemplo de Lei Feng y Lei Feng exhortaba a seguir el ejemplo de Mao. Lei Feng, el joven apóstol del comunismo, de existencia más bien dudosa, pasaba los días dando consuelo a los enfermos, trabajando para las viudas y regalando su comida a los huérfanos, y en las noches leía las obras completas de Mao. Cuando dormía, soñaba con Mao, que en los días guiaba sus pasos. Lei Feng no tenía novia ni novio, porque no perdía el tiempo en frivolidades, y ni se le pasaba por la cabeza la idea de que la vida pudiera ser contradictoria y la realidad, diversa.


Espejos, Eduardo Galeano

domingo, 29 de enero de 2012

China servida en la mesa de Europa (15/17)

China producía hambres, pestes y sequías de nunca acabar.
Los llamados boxers, que empezaron siendo una sociedad secreta, querían restaurar la rota dignidad nacional expulsando a los extranjeros y a las iglesias cristianas.
-Si no llueve -decían-, por algo será. Las iglesias son capaces de embotellar el cielo.
Al fin del siglo, iniciaron desde el norte una rebelión que incendió los campos chinos y llegó hasta Pekín.
Entonces, ocho naciones, Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia, Austria, Rusia, Japón y Estados Unidos, enviaron naves cargadas de soldados que restablecieron el orden decapitando todo lo que tenía cabeza.

sábado, 28 de enero de 2012

Aquí fue China (14/17)

Fuera de fronteras, los chinos comerciaban poco y no tenían la costumbre de la guerra.
Ellos despreciaban a los mercaderes y a los guerreros, y llamaban bárbaros a los ingleses y a los pocos europeos que conocían.
Así que estaba cantado. China debía caer vencida ante la marina de guerra más mortífera del mundo y ante esos obuses, que de un solo disparo podían perforar doce enemigos en fila.

jueves, 26 de enero de 2012

¿Qué no inventaron los chinos? (12/17)

Allá en la infancia, supe que China era un país que estaba al otro lado del Uruguay y se podía llegar allí si uno tenía la paciencia de cavar un pozo bien fondo.
Después, algo aprendí de historia universal, pero la historia universal era, y sigue siendo, la historia de Europa. El resto del mundo yacía, yace, en tinieblas. China también. Poco o nada sabemos del pasado de una nación que inventó casi todo.

martes, 24 de enero de 2012

Asesinos de pies - Contrabandistas de palabras (10/17)

Hace un par de siglos, Li Yu-chen inventó una China al revés. En su novela 'Flores en el espejo' había un país de las mujeres, donde ellas mandaban.
En la ficción, ellas eran ellos; y ellos, ellas. Los hombres, condenados a complacer a las mujeres, estaban obligados a las más diversas servidumbres. Entre otras humillaciones, debían aceptar que sus pies fueran atrofiados.
Nadie se tomó en serio esta posibilidad imposible. Y siguieron siendo los hombres quienes estrujaron los pies de las mujeres hasta convertirlos en algo así como patas de cabras.
Durante más de mil años, hasta bien entrado el siglo veinte, las normas de belleza prohibieron que el pie femenino creciera. En China se escribió, en el siglo nueve, la primera versión de la Cenicienta, donde cobró forma literaria la obsesión masculina por el pie femenino diminuto; y al mismo tiempo, año más, año menos, se impuso la costumbre de vendar, desde la infancia, los pies de las hijas.

domingo, 22 de enero de 2012

Seda que fue baba - La fuga del gusano chino (8/17)

Lei Zu, la reina de Huangdi, fundó el arte chino de la seda.
Según cuentan los cuentacuentos de la memoria, Lei Zu crió el primer gusano. Le dio de comer hojas de morera blanca, y al poco tiempo los hilos de baba del gusano fueron tejiendo un capullo que envolvió su cuerpo. Entonces los dedos de Lei Zu desenrollaron ese hilo kilométrico, poquito a poco, de la más delicada manera. Y así el capullo, que iba a ser mariposa, fue seda.
La seda se convirtió en gasas transparentes, muselinas, tules y tafetanes, y vistió a las damas y a los señores con espesos terciopelos y brocados suntuosos, bordados de perlas.
Fuera del reino, la seda era un lujo prohibido. Sus rutas atravesaban montañas de nieve, desiertos de fuego y mares poblados de sirenas y piratas.

viernes, 20 de enero de 2012

Retrato de familia en China (6/17)

En la antigüedad de los tiempos, Shun, el hibisco, reinó en China. Y Ho Yi, el mijo, fue su ministro de agricultura.
Los dos habían tenido ciertas dificultades en su vida infantil.
Desde que nació, Shun no resultó nada simpático a su papá ni a su hermano mayor, y ellos prendieron fuego a su casa, con él adentro, pero el bebé ni siquiera se chamuscó. Y lo metieron en un pozo y le echaron tierra encima, hasta taparlo del todo, pero el bebé ni siquiera se enteró.
También su ministro, Ho Yi, había sobrevivido a los mimos familiares. Su mamá, convencida de que ese recién nacido iba a darle mala suerte, lo abandonó en pleno campo, para que lo matara el hambre. Y como el hambre no lo mató, lo arrojó al bosque, para que lo comieran los tigres. Y como a los tigres no les interesó, lo tiró en la nieve, para que el frío acabara con él. Y unos días después lo encontró, de buen humor y un poquito acalorado.

Espejos, Eduardo Galeano

jueves, 19 de enero de 2012

Cómo se creó la caligrafía china (5/17)

Cang Jie tenía cuatro ojos.
Se ganaba la vida leyendo estrellas y adivinando destinos.
Él creó los signos que dibujan palabras, después de mucho estudiar el diseño de las constelaciones, el perfil de las montañas y el plumaje de las aves.
En uno de los libros más antiguos, hecho de tablillas de bambú, los ideogramas inventados por Cang Jie cuentan la historia de un reino donde los hombres vivían más de ocho siglos y las mujeres eran del color de la luz, porque comían sol.

miércoles, 18 de enero de 2012

Yi y la sequía - Yu y la inundación (4/17)

Los diez soles se habían enloquecido y andaban girando todos juntos por el cielo.
Los dioses convocaron a Yi, el flechador infalible, el más diestro en artes de arquerías.
-La tierra arde- le dijeron-. Mueren las gentes y mueren los animales y las plantas.
Al fin de la noche, el arquero Yi esperó. Y al amanecer, disparó.
Uno tras otro, los soles fueron apagados para siempre.
Sólo sobrevivió el sol que ahora enciende nuestros días.
Los dioses lloraron la muerte de sus hijos ardientes. Y aunque Yi había sido convocado por los dioses, ellos lo expulsaron del cielo:
-Si tanto amas a los terrestres, vete con ellos.
Y Yi marchó al exilio.
Y fue mortal.

martes, 17 de enero de 2012

El emperador que vivió construyendo su muerte (3/17)

China se llama China por Chin, Chin Shi Huang, que fue su primer emperador.
Él fundó a sangre y fuego la nación, hasta entonces despedazada en reinos enemigos, le impuso una lengua común y un común sistema de pesos y medidas y creó una moneda única, hecha de bronce con un agujerito en el centro. Y para proteger sus dominios alzó la Gran Muralla, una infinita cresta de piedra que atraviesa el mapa y sigue siendo, dos mil doscientos años después, la defensa militar más visitada del mundo.
Pero estas minucias nunca le quitaron el sueño. La obra de su vida fue su muerte: su sepultura, su palacio de después.

lunes, 16 de enero de 2012

Amarillo (2/17)

El río más temido de China se llama Amarillo por la locura de un dragón o por la locura humana.
Antes de que China fuera China, el dragón K'au-fu intentó atravesar el cielo montado en uno de los diez soles que por entonces había.
Al mediodía, ya no pudo soportar ese fuego.
Incendiado de sol, loco de sed, el dragón se dejó caer sobre el primer río que vio. Desde las alturas se desplomó hasta el fondo y bebió toda el agua hasta la última gota, y donde el río había estado no quedó más que un largo lecho de barro amarillo.

domingo, 1 de enero de 2012

Fundación de los días (Feliz año - Bon any - Happy year)

Cuando Irak era Sumeria, el tiempo tuvo semanas, las semanas tuvieron días y los días tuvieron nombres.
Los sacerdotes dibujaron los primeros mapas celestes y bautizaron los astros, las constelaciones y los días.
Hemos heredado sus nombres, que fueron pasando, de lengua en lengua, del sumerio al babilonio, del babilonio al griego, del griego al latín, y así.
Ellos habían llamado dioses a las siete estrellas que se movían en el cielo, y dioses seguimos llamando, miles de años después, a los siete días que se mueven en el tiempo. Los días de la semana siguen respondiendo, con ligeras variantes, a sus nombres originales: Luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus, Saturno, Sol. Lunes, martes, miércoles, jueves...

Espejos, Eduardo Galeano

viernes, 30 de diciembre de 2011

El burro del pesebre

Dio calor a Jesús, recién nacido, en el pesebre, y así figura en las estampitas: posando para la foto, con sus grandes orejas en primer plano junto a la cuna de paja.
   A lomo de burro, se salvó Jesús de la espada de Herodes.
   A lomo de burro, anduvo la vida.
   A lomo de burro, predicó.
   A lomo de burro, entró en Jerusalén.
   ¿Será tan burro el burro?

Espejos, Eduardo Galeano

domingo, 25 de diciembre de 2011

Fundación de Santa Claus

En su primera imagen, publicada en 1863 en la revista Harper's de Nueva York, Santa Claus era un gnomo gordito entrando en una chimenea. Nació de la mano del dibujante Thomas Nast, vagamente inspirado en las leyendas de san Nicolás.
En la Navidad de 1930, Santa Claus fue contratado por la Coca Cola. Hasta entonces, no usaba uniforme, y por lo general prefería ropas azules o verdes. El dibujante Habdon Sundblom lo vistió con los colores de la empresa, rojo vivo con ribetes blancos, y le dio los rasgos que todos conocemos. El amigo de los niños lleva barba blanca, ríe sin parar, viaja en trineo y es tan rechoncho que no se sabe cómo se las arregla para entrar por las chimeneas del mundo, cargado de regalos y con una Coca Cola en cada mano.
Tampoco se sabe qué tiene que ver con Jesús.

Espejos, Eduardo Galeano