Reseña publicada en la Revista Poémame el 24 de junio de 2020
Francisco Garamona nació en Buenos Aires, Argentina (1976). Es músico, poeta, editor y artista plástico. Con más de 30 libros y 6 discos publicados, forma parte del Instituto de Altos Estudios Patafísicos de Buenos Aires. Dirige la editorial Mansalva desde el año 2005 y la galería de arte Papel Moneda.
Sus libros publicados son: Parafern (2000), El verano (2001), Cuaderno de vacaciones (2003), Pequeñas urnas (2003), Una escuela de la mente (2004), La momificación de Bárbara 2004), Aceite invierno (2005), La leche vaporosa (2006), Cosas encontradas en un pupitre (2008), Mi primera banda punk (2014), Neón sobre las nubes (2012), Nuestra difícil juventud (2012), La cobra rubia (2014) y Un tesoro local (2015).
Editó los discos solistas Yo nací (2003), El pony infinito (2008), Mi disco sin tapas (2006), Sueños raros y cuentos extraños (2010), Las armas dulces (2012) y Los sentimientos (2014).
Con la banda Super Siempre editó Juicio al perro (2009) y Los hielos eternos de América Latina (2013).
La llama de la poesía quemarse, Ediciones Liliputienses, febrero 2019, es un conjunto de poemas seleccionados por Gerardo Jorge, el prologuista. Jorge es un escritor, editor, traductor y artista plástico argentino que nos avisa en el prólogo que los poemas de Garamona son una charla sobre la vida en sus aspectos sociales, sexuales, políticos y personales.
A lo largo de su lectura quiero destacar versos que realmente me han gustado y han hecho que parase mi lectura para reflexionar sobre ellos.
¿Un tren lleno de obreros y niños hoy descarriló?
Los muertos se cuentan por docenas,
en algún país lejano,
cubierto por la niebla de la fábula…
Decirlo todo de la forma más simple
La añoranza de un tiempo pasado, de una juventud pasada.
Cuando era chico en mi pueblo
las calles eran de tierra,
y si caminábamos bajo la lluvia
nuestros pasos imprimían
las suelas de los zapatos.
El estado
La simple y sencilla hermosura de un instante.
…silba una melodía pegajosa
que se queda en el aire
flotando, unos segundos.
Una visión
¿Qué perdiste amigo,
tu reflejo en el espejo biselado,
aquel que rige las conductas
de la preservación y la salvaguardia?
Él me contestó:
«Simplemente las ganas de ser simple.
Buscaba la dirección perdida de mi casa…
Sólo dormir
Los colores juegan un papel importante en su poesía, ‘El verde’ o ‘Prado’, por poner unos ejemplos, y cómo los utiliza. Así como la influencia Beat estadounidense en ‘Poema que leí en sueños en un libro de Allen Ginsberg’
En definitiva un libro para comprarlo si lo van a leer. No es un libro para que quede sepultado en una estantería olvidado. Un largo poemario con la fiabilidad que da la Editorial Liliputiense: intenso y vital. Una colección de poemas que prácticamente finaliza con unos versos que nos dicen ‘Porque pensamos que todavía algo nos espera. Tenemos sed, pero ya no del infinito y tampoco de cerveza‘ …. sed de más poesía liliputiense.
China
Dicen que en China
si te agarran con drogas
la policía o el ejército te mata.
Pienso que eso es mejor
que morir de amor.
En los cementerios orientales
donde los fusilados
van a perder sus huesos
crecen flores de todos los colores,
tan hermosas que son ideales
para regalárselas a una enamorada.
A veces entre los monumentos irregulares
que celebran victorias acontecidas hace años
se ve correr a unos niños
que se ocultan tras las lápidas.
Seguramente así fuimos nosotros,
pero en vez de ojos rasgados
tuvimos ojos redondos
que miraban al futuro
iguales a dos piedras
que caen entre otras piedras
y se confunden
para luego desaparecer.
LA LLAMA DE LA POESÍA QUEMARSE
Golvent lo mirará todo por la pantalla del Nintendo
Susan amasará una pasta que empobrece
Remedios cubrirá a sus plantas invernales
Y los amigos horizontales seguirán surgiendo del lecho,
Entre una rama rota y otra sana
Crece una alegría devoradora.
Un chico loco y una chica loca
Cuando crecen se enamoran
Una planta se desenrolla
Desde sus pies a sus cabellos.
Giordano, no lo leas
Paolo píntalo sobre las prendas de un santo
Paulo písalo
Teodoro plácelo.
Un chico loco y una chica loca
Cuando están más locos aún se casan
Y tienen muchos chicos locos
Que al final se olvidan
La vida dijo el Dr. Alposta
Es un poco de alpiste y bosta.
–¿Te acordás de cuando nos pegaba el porro?
–¿Y cuando las drogas nos daban hambre?
Vomité en un pescado disecado.
Mi madre lo vio, era verano,
Ella usaba unas chinelas inaudibles
No la oí llegar, pero era ella.
La poesía Golvent se entrena
Y lo único que debe es ser buena,
No porque se deje acariciar,
No porque persiga un sueldo digno,
No porque quiera agradecerle
Al arma desenfundada que no mate,
¿Nos entendemos?
Uccello pintó unos caballos
Y los dejó morir de hambre de pintura.
Muchacha y muchacho,
Locos ambos,
Cuando grandes se destruyen
Y para peor tienen nietos
Y los nietos tienen hijos,
Los hijos también se mueren:
La muerte los acompaña.
Golvent hay hartazgos,
Un panal que no da miel,
Y leche de vaca agria,
Una cabra robada por un peón llamado Villaroel,
Una camisa de fuerza.
Los chicos, si están muy locos,
Se enamoran, se casan, se olvidan, se hacen daño,
Aunque siendo locos saben
También disimular.
Los amigos horizontales hablan por teléfono
Se cuentan secuencias de maullidos.
Cuando crecen se enamoran, se desdicen, se niegan
Buscan esa piel de gato que perdieron.
Vi una película en enero
No la puedo recordar,
El calor era un brasero.
Amantes occidentales,
Lluvias ácidas, capelinas que el viento ordena,
Bombachas de tajamar.
Golvent, ¿viste al gladiolo brotar?
¿Viste a la alpaca llorar?
¿Viste a la perra perrear?
¿Miraste a un ñandú en el campo
Cómo se atoraba el pescuezo
Tragándose una arandela
De un indio policcinela?
(¿Viste algo de todo esto?)
Cuando los chicos son grandes
Se enamoran
Y si lo hacen de chicos,
No se olvidan.
Pensá una puta vez en lo que nunca pensaste
Y decime entonces qué se siente.
Los soldados del imperio
Se hablan por largas horas
En teléfonos maltrechos
Con baterías deshechas.
No pueden olvidarse,
Se enamoran.
Mi madre cría un helecho,
Occidente y sus desechos,
La posición de este planeta
Es injusta y bajo sus techos
Muchos mueren de hambre
Y otros tantos de vergüenza.
–Golvent dijo que no se le ocurría nada
y empezó a nombrar mujeres–:
Estefanía Marita La brujita Verón
Kadhafi La príncipe Charles
La novia de Baudalaire,
(La novia y el novio)
Cuando son grandes y locos
Muchas veces se enamoran
Y dejan a sus novios y novias
Y se casan. Y también, a veces,
Tienen hijos y esos hijos tienen hijos
Y ellos, así, son abuelos.
Clementina Medicis,
Jennifer Gianina Yenkins,
¿Te acordás de ella,
La hija de mi psiquiatra?
Me dio drogas para que no tome drogas,
Me dio cañas para que deje la marcha,
Me dio un submarino para que abandone mi barco helado,
Entablilló mis manos y mis muñecas rotas.
Marta Argerich hoy toca el piano
En las arenas de un circo
Fantasmas que la hicieron reír de noche
bajo un sol eterno, lleno de estrellas de invierno
Vírgenes estrellas que la vieron desde abajo.
Los chicos que están solos se buscan entre la nieve desnudos,
al final del arcoíris, Golvent, aprendelo.
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